EL RUMBO EXTRAVIADO
“El Presidente está en control del país”
Gabriela Cerruti. Portavoz presidencial
La vocera presidencial acaba de hacer una manifestación innecesaria, imprudente y manifiestamente inconveniente.
Destacar que el titular del Poder Ejecutivo se encuentra en pleno uso de sus facultades, al hacerse cargo de los innumerables rumores, conjeturas y especulaciones que sobrevuelan el ambiente político y el mal humor social lleva una señal inequívoca de un sentido completamente contrario a lo que se pretende afirmar.
Precario favor e insólita manifestación respecto a la investidura presidencial; irreflexiva, apurada y ganada por los avatares y desencuentros febriles en la cupula del poder.
Las últimas horas encuentran a los tres líderes de la coalición gobernante entre llamadas telefónicas y cenas compartidas, esclavos de reservas y garantías prendadas con silencios recíprocos.
Las disputas descansan en una frágil tregua, matizada con una última reunión y el compromiso de mayores reformas y la instrumentación incipiente de una mesa colegiada para la toma de decisiones futuras.
La Ministra de Economía Silvina Batakis arriba al cargo ante el desbande de varias negativas y desencuentros que erosionan el frente oficial.
Mientras organiza su equipo, la emprende publicamente contra el turismo exterior y anticipa decisiones restrictivas en dicho ámbito
Malas noticias para lo que resta de la agobiada clase media y los viajeros especuladores al insinuar prohibiciones futuras o desdoblamientos cambiarios con el deslizamiento al previsible dólar turista.
A la par, el Banco Central anuncia limitaciones a las compras en los Free Shops, que se suman a las prohibiciones de financiamiento para pasajes, servicios turísticos en el exterior y compras por vía postal.
El debut de las declaraciones públicas ministeriales, a la par de intentar llevar calma, seguridad y continuidad en el programa económico, plantea un problema insignificante en relación a la gravedad de las distorisones estructurales de la economía.
Emprender contra el turismo emisor mientras se agita con estruendo la economía y progresa la crisis política oficial es al menos una manifiesta exposición de inconsistencia que produce notoria incredulidad.
Cristina, cuando le llevaron la propuesta de designación de la nueva ministra, consintió la oferta sin rechazo, pero expuso sus dudas en torno a la existencia de “encarnadura” suficiente para afrontar la aguda crisis en ciernes.
El emplazamiento, en definitiva, es producto de sucesivos rechazos y la falta de consenso en la cupula de poder.
Simplemente una solución de compromiso.
La corrida del dólar ha llevado al financiero a una brecha del 134%, a la par de la falta de precios relativos en toda la cadena comercial.
La impotencia, el desánimo y el hartazgo popular se mantiene en un silencio atronador.
La próxima semana alumbraran las nuevas medidas económicas, cambiarias y financieras, pero al amparo de un Presidente sumamente debilitado, carente de autoridad en materia de legitimidad de ejercicio y fundamentalmente extraviado y a merced de una agitación política interna incesante.
Como hará la ministra para dar continuidad al programa económico acordado con el FMI ante las críticas persistentes del ala más dura de la coalición respecto al mismo.
Cual será el rumbo cierto y el destino verdaderamente propuesto.
El problema serio de Alberto es que nunca tendrá buenos vientos si no sabe donde ir.
Es imprescindible alguna decisión política contundente para orientar el timón económico con certeza y firme determinación.
No resulta suficiente el mero cambio del Ministro de Economía.
La experiencia del candidato presidencial muleto se encuentra agotada y la propuesta Masista fue desestimada.
La figura mas relevante del peronismo sigue siendo Cristina y su presencia, convocatoria y autoridad, mantiene la hegemonía mayoritaria en el gobierno.
La extrema gravedad de la situación puede dejarla sin margen de opción para afrontar la situación extrema.
Hoy, más que nunca, resultan oportunas las reflexiones de Raúl Alfonsin para incorporar en la reforma constitucional de 1994, el cambio hacia un régimen de naturaleza parlamentaria y la figura del Primer Ministro.
La salida actual del Primer Ministro Británico Boris Johnson, agobiado por escándalos de abusos pandémicos, muy similares a los protagonizados por nuestra familia presidencial, se resuelve con la incorporación de la figura más representativa del oficialismo al cargo y el llamado a elecciones para articular la sucesión definitiva.
La fragilidad presidencial actual y su eventual salida es traumática por la falta de un mecanismo similar que permita canalizar la crisis institucionalmente.
La Ministra designada tiene en su haber el antecedente en la gestión de no haber podido pagar los sueldos de la administración pública de la Provincia de Buenos Aires cuando se desempeñó como Ministra de Economía del entonces gobernador Daniel Scioli.
Tenía que concurrir regularmente al aporte nacional para poder liquidar los mismos. Nunca pudo afrontar y resolver la cuestión en sus cuatro (4) años de gestión.
En las crudas y categóricas palabras de Milei: “… tiene el Cuit invicto” ya que no se le conoce empleo alguno en el ámbito privado.
Las reflexiones de Cristina en torno a los antecedentes habrán sido premonitorias?
El agravamiento progresivo de la situación, inexorablemente, llevará a Cristina a subir al escenario principal, pero de ninguna manera en el marco de un golpe de estado, sino mediante el mecanismo institucional natural de sucesión en un régimen presidencialista.
Lo mismo sería en un régimen parlamentario al ser la figura más representativa del oficialismo.
El desgaste por la pérdida de autoridad y confianza presidencial no se resuelve con el combate al turismo exterior pregonado por la ministra.
La mesa tripartita de decisiones organizada en estas horas debe canalizar las distintas propuestas y garantizar el apoyo político indispensable para capear la crisis.
Al final del camino de incertidumbre y desaciertos se abre el desenlace fatal y consecuente a la escalada de errores y desencuentros, siempre en el marco de la continuidad institucional.
Prolongar la agonía nos llevará a explosiones sociales y hechos graves productos de disturbios populares
Cristina debe hacerse cargo de su experimento fallido y asumir la responsabilidad política como máxima expresión del partido gobernante.