En el reciente acto de asunción del presidente Luis Inacio Lula Da Silva, el presidente de Uruguay Luis Lacalle Pou concurrió acompañado de los ex presidentes Jose Mujica y Julio María Sanguinetti.
Los convocó para integrar la comitiva del país con el objetivo de brindar un gesto distintivo de la vida política del país. La concurrencia de presidentes de distinto signo político es común en sus dirigentes y pone de manifiesto un gesto de continuidad democrática e institucional.
De hecho se reúnen y comparten espacios y análisis en forma habitual, siempre en tonos respetuosos y amigables, sin perjuicio de sus firmes diferencias.
Tienen mucho respeto y ponderación por los valores de la Republica y la vida democrática.
En contraposición, el presidente saliente Jair Bolsonaro no estuvo presente en el acto de asunción e incluso se alejó del país para esa fecha.
La ausencia replica una actuación similar a la de Cristina que tampoco concretó la ceremonia de transferencia del mando.
La visión autoritaria y hegemónica no reconoce distinción de ideologías y concurre sin reservas en uno u otro de los extremos.
En Uruguay impera una cultura cívica inigualable, expresada en la falta de encono y grieta en sus dirigentes, quienes exhiben un respeto y consideración entre ellos del cual se nutren los ciudadanos.
El clima político no tiene crispaciones y la seguridad jurídica es marca registrada de la economía y la vida de las inversiones y negocios.
En el año 2022 es el país de Latinoamérica que la moneda local tuvo su mayor apreciación frente al dólar y la economía se dirige a una integración plena con los mercados internacionales a través de sucesivos Tratados de Libre Comercio.
El respeto de una sana vida democrática con continuidad y alternancia sin desvelos se vive con naturalidad y armonía.
Muy pocos votos separan una coalición de otra pero ambas rinden pleitesía a la Constitución, sin reproches y con pleno sometimiento al orden y la legalidad.
Una muestra cabal de las actitudes recíprocas de los políticos uruguayos ha sido la visita del entonces presidente Tabaré Vázquez a la asunción de Alberto Fernández, al hacerlo acompañado del presidente electo Luis Lacalle Pou.
Incluso, le dió aún más fuerza al gesto al tomarlo del brazo y caminar juntos en actitud de afecto y respeto por su sucesor para culminar el trayecto con la presentación ante el anfitrión presidencial.
De tal modo, la invitación actual es simplemente la devolución de una actitud común y natural de los presidentes uruguayos.
El contraste de la política y la Economia en una y otra orilla del Plata es patético y doloroso para nuestras aspiraciones .
Por un lado el respeto irrestricto de la legalidad y los gestos comunes de convivencia y armonía de sus dirigentes y por el otro los habituales excesos y desbordes de todo tipo y lugar.
Nuestros hermanos vecinos constituyen un excelente espejo para imitar, con conductas valiosas, naturales, comunes, que significan una vida cívica ejemplar.