CUESTIÓN DE HORAS
El gobierno acaba de brindar, una vez más, muestras palpables concretas de su falta de consistencia y determinación.
El titular del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo, Marco Lavagna, en un notorio extravío, por la mañana hizo el anuncio de la modificación de la fecha para revelar el dato numérico de la inflación mensual y por la tarde desistió del cambio al destacar la permanencia del día tradicional.
En el medio, furiosas críticas de la oposición y consejos paternales para mitigar el equívoco y salvar la ropa del jolgorio y la crítica impiadosa.
El prestigio y la tradición familiar a la basura de los trastos escandalosos pero el papelón y el oprobio apuraron el rescate de la prudencia y la razonabilidad.
El argumento de la veda electoral, forzado por la presión política de las 5 elecciones previstas para el fin de semana de las novedades día viernes (12), casualmente gobernadas por el peronismo, trasladaron la noticia para el lunes (15) y el impactante 8% de inflación mensual, previsto por las consultoras especializadas, estaría ausente en el viaje de los votantes hacia las urnas.
Las malas noticias son inoportunas para el relato oficial.
El reto del padre dio sus frutos y la tradicional publicación del día 12 solamente estuvo postergada apenas unas horas.
La necesidad política de dilatar la novedad saturó el escenario del economista y la presión pudo con la solvencia profesional.
No obstante, en breve lapso, el consejo, la cordura, permitieron la reflexión y un cambio razonable y oportuno.
Los recuerdos de otras épocas que hicieron historia en los manejos y manipulación de datos, estadísticas por urgencias y necesidades políticas escaldaron al más pintado.
Por la mañana el argumento para el cambio se encontraba en la veda electoral del fin de semana de la votación, disfrazando la noticia del número extraordinario que alcanza la inflación mensual con el impacto de la meta alcanzada en los desventurados afanes gubernamentales y por la tarde la aclaración tendiente a mantener la fecha histórica de la publicación sin alteraciones.
Marcha atrás con la débil, inconsistente, falaz fundamentación montada exclusivamente en urgencias y necesidades política que no pudo sortear el análisis y la reflexión del responsable.
La decisión final ha sido la preferencia de asumir el papelón antes que la complicidad y la claudicación.
Avergonzado decide optar por el ridículo para evitar la genuflexión y la sumisión.
Patente y patética manifestación que expone la realidad de la gestión oficial.