MONOPOLIO EN EL USO DEL CAJERO AUTOMATICO
El singular personaje del mundillo político, empleado por la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires para realizar corretaje en el seno del Cuerpo, fue sorprendido cuando virtualmente se había apropiado del uso prolongado de un cajero automático.
En efecto, munido de decenas de tarjetas de débito realizaba múltiples operaciones ante la vista y paciencia de quienes pretendían correr la misma suerte para afrontar cuestiones domésticas.
El estupor y curiosidad de los abonados a la fila tuvo un límite, ya que a la vista de los ocasionales testigos el operador sucesivamente utilizaba una y otra tarjeta en gran número de oportunidades y con suerte muy favorable para una ostentosa colección de billetes.
Una presurosa llamada al 911, oportuna y fatal, determinó la presencia de una comisión policial que encontró in fraganti (en flagrancia) al agente con infinidad de tarjetas de débito, planillas, claves y pesos múltiples.
El material fue secuestrado y el hábil articulador tuvo que pasar la noche en comisaría.
Sin que pronunciara alguna palabra al respecto, el procesado fue asistido en forma inmediata por un reconocido abogado platense que se hizo presente para aconsejar al despojado de tarjetas, papelería y pesos.
Luego de una breve instrucción fiscal, la Cámara Penal, por votación dividida de dos votos contra uno anuló el procedimiento por no respetar las formas y devolvió todos los enseres al afectado, quién definitivamente pudo concretar el reparto de lo percibido y seguramente continuar sus andanzas, esta vez con mayor precaución y cuidado ante la vista de terceros indiscretos.
Todo ello rodeado de un silencio sepulcral de la clase política local que sin distinción de banderías evitó cualquier comentario o manifestación.
El Fiscal de Cámaras hace la reserva para apelar el tema a la Casación Provincial y algunos políticos nacionales denuncian a los jueces y promueven el enjuiciamiento político.
Con un final abierto, muy probablemente revisado en Casación para permitir la investigación penal, queda en forma patente y manifiesta explicado un método de financiación de la actividad política que compromete a los miembros de la Cámara de Diputados.
El presuroso y activo operador del cajero es simplemente un gestor del método de recaudación que queda brutalmente expuesto.
El caso judicial resulta patético. El presunto autor del ilícito se puede detener cuando comete un delito en situación de flagrancia. Tenía en su poder todos los objetos que permitían deducir que estaba cometiendo un delito: decenas de tarjetas de débito a nombre de terceros, planillas con nombres de personas, claves de las tarjetas, recibos de operaciones y el cajero en el cual se realizaban las operaciones. Había sido sorprendido en el mismo acto de cometer el delito e incluso con la presencia de testigos quejosos por el uso monopólico del medio electrónico.
Había sido víctima de la impaciencia, del apuro y la falta de gentileza con los restantes empleados que gastaban la fila.
La presurosa absolución es escandalosa .
Un día nos van a decir que el fuego moja y el agua quema.