PROBABLEMENTE EL DISCURSO DE UNA VICTORIA
En el acto de cierre de la campaña de Javier Milei en Córdoba, Patricia Bullrich pronunció el discurso más importante de su carrera política, haciéndose cargo de manera imprevista y en forma sorprendente de un apoyo explícito, claro y contundente al candidato libertario.
Sin previo aviso, aprovechando el efecto sorpresa, se hizo presente, subió al escenario y el candidato le cedió el micrófono para que haga uso de la palabra.
Ante un delirio multitudinario, los cordobeses padres incuestionables de la victoria de Mauricio Macri en el año 2015, recibieron con entusiasmo desbordante la presencia clave en la alianza opositora.
Dejando de lado la tibieza, liviandad e inexpresividad del discurso electoral anterior, de manera sencilla, en forma clara y contundente selló la fusión de una nueva alianza política tanto para la presente circunstancia como para el futuro.
Hizo un apoyo explícito en términos generosos ante quién perdiera el liderazgo de la opción del cambio y cerró filas con su anterior adversario para acometer juntos el desafío de la instancia final.
La presencia física tiene un efecto muy fuerte y transmite una simbología singular no solamente para sus votantes, sino para un amplio espectro de ajenos a la adscripción partidaria.
Simplifica las opciones electorales y permite un ordenamiento de la “demonizada derecha” para ofrecer un menú moderno y preciso a los fines de las opciones en la oferta.
En la línea del raid de Macri por los medios su mensaje fue mas simple y preciso, ya que el ex presidente al cerrar el llamamiento a votar por Milei también dejó limites y diferencias.
Dirimen la elección por un lado todos los aparatos formales: el oficialismo con todas sus estructuras gubernamentales; el Partido Justicialista; la C.G.T.; los movimientos sociales; la estructura dirigencial de la Unión Cívica Radical; la Coalición Cívica; parte de Cambiemos; múltiples colectivos de distinta índole y especie y por el otro un imprevisto aspirante, carente de organizaciones, acompañado por las dos figuras fuertes de Mauricio Macri y Patricia Bullrich.
La campaña del miedo se alza contra la incertidumbre de un candidato singular, inestable pero protagonista fundamental de una aspiración de cambio sustancial del sistema imperante.
Tan curioso es el mensaje que obligó al ministro candidato a presentarse también como una opción de cambio ante el propio oficialismo.
Las alternativas se presentan como un voto supuestamente racional y otro de índole emocional, de resultados inciertos, imprevisibles pero entonado y alimentado por una esperanza de algo distinto.
El discurso de Patricia constituye, muy probablemente, el impulso definitivo para cerrar filas en una actitud de transformación de la realidad actual.
Con otro tono, sin su brillantez y contenido, trae el recuerdo de las palabras del cierre de campaña del padre y gestor del cambio político en democracia que se encuentra en el pedestal de la gloria de los próceres del país.