CORDOBA ES SIEMPRE DISTINTA
Alberto consigue regularmente expresiones desafortunadas que, casi en forma inmediata, son desmentidas en sus contenidos por sus asistentes e indudablemente por él mismo al tomar dimensión del contenido de las mismas.
Eso si mantiene en forma persistente el enfrentamiento de toda especie con los distritos emblemáticos en torno a la resistencia anti kirchnerista.
En fecha reciente, en un encuentro con dirigentes cordobeses del Frente de Todos, en el discurso utilizó la referencia a que Córdoba parecía un “terreno hostíl¨ para el oficialismo nacional.
En el párrafo que encendió las reacciones adversas de la oposiciòn expuso: “…Para que de una vez por todas Córdoba se integre al país, para que Córdoba de una vez y para siempre sea parte de la Argentina…”.
Las condenas a la llamada “opulenta” ciudad de Buenos Aires, que luego desencadenaron las quitas de coparticipación muy discutidas, pero aplicadas por imposición del Presidente, ahora se renuevan en la agresión insólita a la Provincia de Córdoba.
Las escandalosas reacciones no hablan de un democrata, republicano o pluralista, sino de un fanático, dogmático que no admite diferencias o distingos con el pensamiento único oficial.
En forma inmediata, Gabriela Cerruti, esforzada portavoz presidencial se apresuró a declarar que el Presidente no dijo lo que dijo.
También le agregó una nota sentimental al destacar que adora a los cordobeses.
Alberto es un dolor de cabeza para si mismo y el espacio al que pertenece con la sucesión de insólitas declaraciones.
Los porteños y los cordobeses seguramente lo repudiarán masivamente en las próximas elecciones.
La pérdida de autoridad es incesante y se abre un clima de burlas e incomodidades con una declinación sistemática de la credibilidad.
La tensión interna de la coalición seguramente alumbrará una crisis política con los números del resultado electoral.
Para las aspiraciones de los candidatos del Frente de Todos cordobeses no han sido declaraciones afortunadas a los fines de coadyuvar en el esmero y los esfuerzos por mejorar la perfomance electoral.
Es notable la reiteración en la torpeza de autoinfligirse daños innecesarios y heridas gratuitas.
La ligereza de las declaraciones y la falta de contención y análisis en las consecuencias desconcierta a la propia tropa y alegra a la feligresía opositora.
Massa insiste en el Acuerdo político y lo reclama como necesidad imperiosa, pero a la par desaparece de la campaña y se sumerge en un llamativo ostracismo.
Cristina, ausente por sus problemas de salud y recuperación post operatoria se refugia en su intimidad.
Tiene para entretenerse con la confirmación del cobro de su jubilación y pensión presidencial, en una sumatoria abusiva, a la par de una importante retroactividad, en un cuadro de exhición casi obsceno de acumulación capitalista.
La austeridad, prudencia, equilibrio no son virtudes que aniden en su seno familiar.
La Matanza es tierra de graves protestas por la falta de seguridad y el asesinato de un trabajador.
Mientras Alberto escala en sus grotescos, el cuadro general es decadente y patético.
Hay certezas en el resultado electoral.
Lo incierto es que nadie comprende con claridad que puede pasar después de la elección.
Respecto de mañana, gobierna la incertidumbre.